En las afueras de Vieux Boucau existe un sendero señalizado tan bonito como interesante. Es un recorrido para todas las edades -mide poco más de dos kilómetros- que transcurre entre una hermosa arboleda y en el que existen paneles informativos que informan -en francés- sobre elementos del bosque como la historia de los árboles y del trabajo con la resina, los champiñones y los helechos, los insectos que amenazan la flora.., y, de manera especial, sobre los lugares diseñados para la caza de la paloma y a los que debe su nombre.

La Palombiere, en Vieux Boucau. Localización
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El inicio del recorrido se encuentra en la Avenue de la Foret, calle a la que se llega con facilidad tanto por la carretera principal de la costa landesa -la D652- como por la piste cyclable que atraviesa esa avenida y que tiene una salida en ella. Se trata de seguir la avenida hasta el final. Justamente donde termina el asfalto se encuentra el inicio de la ruta. A destacar también que justo al lado del inicio existe una zona de aparcamiento gratuito, ideal para aquellos que prefieran llegar en coche.

La Palombiere, en Vieux BoucauEn este lugar hay un panel informativo sobre la ruta que vamos a hacer. En él, y junto a un texto explicativo, aparece el recorrido y los puntos en los que se encuentran los paneles informativos que antes comentábamos.

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Aunque en el cartel se aconseja no hacer el recorrido en bici ni con cochecitos de bebés, lo cierto es que el itinerario no presenta dificultades, por lo que no son pocas las personas que utilizan esos medios.

 

También en este punto hay dos mesas típicas de merendero para alimentarse antes o después de realizar la caminata, o simplemente para descansar y refrescarse. Si en el momento en que hagas el recorrido estuvieran ocupadas, no te preocupes, hay unas cuantas más bien distribuidas a lo largo del camino. Como se ve en la imagen, todo el recorrido está bien señalizado gracias a unos carteles con flechas amarillas; no hay ningún peligro de perderse.

 

Ruta de la Palombiere, en Vieux BoucauLa primera parte de la ruta transcurre entre un estrecho canal de agua -aunque cuando nosotros estuvimos estaba completamente seco- a la izquierda y los majestuosos árboles a la derecha. Entre éstos nos llamó la atención este magnífico ejemplar, más propio de películas del género de suspense que de la interminable pinada francesa.

Si algo tiene de especial esta ruta, además de su belleza, es la sensación de paz que transmite en cada uno de sus tramos. Ni un ruido, ni un sobresalto, únicamente el canto de los pájaros que pululan en las copas de los árboles y el dulce sonido de las hojas moviéndose al compás de la suave brisa.

 

Cartel informativo en la ruta de La Palombiere, en Vieux BoucauUnos doscientos metros después del inicio aparece ya el primer panel específico. Se trata de un cartel donde se informa de las "fosas" (fossés) abiertas en el terreno. Según lo que pudimos entender, éstas se construyeron como método para drenar las aguas de lluvia en temporadas de alta pluviosidad y limpiar las ciénagas que se acumulaban en el bosque. Gracias a estos canales, el agua era llevada al mar, cuyas aguas se encuentran muy próximas a la arboleda.

Resulta llamativo también el elevado número de helechos presentes en varias zonas del recorrido. Tanto es así que existe un panel dedicado en exclusiva a estas plantas vasculares que tantas propiedades curativas tienen tanto en el organismo humano como en los animales, además de ser usadas también como insecticida.

 

 

Panel informativo en la ruta de La Palombiere, en Vieux BoucauEl camino sigue transcurriendo junto al canal, unas veces en línea recta y otras serpenteando entre la hierba y las hojas caídas de los árboles. Y así llegamos hasta el primer cruce, bien indicado gracias a la flecha que nos indica que debemos girar a la izquierda y atravesar el pequeño pero coqueto puente de madera. Hay también en este espacio, junto a un nuevo panel, un banco donde reponer fuerzas o preparar la cámara de fotos o el móvil donde poder plasmar tanta belleza arrebatadora.

Entre los carteles que podemos leer durante la travesía destacan, quizá, aquellos que hacen referencia a la interesante historia del bosque y a los diferentes avatares que ha sufrido a lo largo de los siglos. Así, nos enteramos de que, antiguamente, una buena parte de los lugareños trabajaban en la obtención de resina de los pinos marítimos, una actividad que se repetía en muchas zonas de Las Landas.

Este negocio floreciente alimentaba a muchas familias landesas hasta que, durante la Guerra Mundial, buena parte de los árboles fueron arrasados. Aunque posteriormente se hizo una profunda replantación, el negocio decreció gracias, asimismo, a la llegada de nuevos combustibles derivados del petróleo, lo que obligó a los landeses a buscar otras formas de subsistencia.

 

Construcción en La Palombiere, en Vieux BoucauUnos centenares de metros después alcanzamos una pequeña cima donde aparece la estructura que da origen al nombre de la ruta: La Palombiere. Estas sencillas pero originales estructuras se han utilizado durante siglos para la caza de la paloma torcaz, ave que en Aquitania se ha denominado tradicionalmente palombe.

Esta técnica de caza tiene la particularidad de que únicamente se practica en el suroeste de Francia, especialmente en el mes de octubre, cuando miles de palomas sobrevuelan esta región francesa en su regreso al sur de Europa tras la migración.

No lejos de esta construcción podemos ver también un panel donde se explica el efecto que en los árboles tiene el escolito, un insecto que busca su alimento en la corteza de los árboles. Éstos se defienden de la invasión con la resina, que dificulta la acción de los insectos. Sin embargo, cuando el número de escolitos se multiplica, convirtiéndose en auténtica plaga, el árbol enferma y, finalmente, muere.

 

Final de la ruta de La Palombiere, en Vieux BoucauY vamos poco a poco llegando al final de nuestro pequeño periplo, siempre entre árboles, hierba, hojas, helechos y trinos.

En algunas partes del recorrido podemos contemplar imágenes de inusitada belleza, como esta de la derecha en que, ya en pleno atardecer, el sol creaba una estela brillante sobre el camino, inundando de colores las copas de los árboles y haciendo brillar las hojas verdes y marrones sobre nuestros ojos.

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